sábado, 17 de septiembre de 2011

Actuando la verdad imaginada

Los 33 actores y profesionales de las tablas que se congregaron en un espacioso salón del Teatro Centro de Arte parecían tener muchas expectativas de la convocatoria.
Allí estaban Marina Salvarezza, Jaime Tamariz, Martha Ontaneda, Alejandro Fajardo entre varios actores de teatro, sentados con figuras de televisión como Galo Recalde y Fernando Villarroel.
Se trataba de un taller teatral sobre la técnica Meisner que de lunes a viernes dictó el actor-director y profesor Steven Ditmyer, de la afamada escuela de arte dramático Neighborhood Playhouse de Nueva York.
Sanford Meisner es una figura legendaria del teatro estadounidense. Fue el maestro de grandes figuras del cine, teatro y televisión durante más de cincuenta años de trabajo en la escuela, retirándose pocos años antes de su fallecimiento en 1997.
Para los actores locales, la novedad era el descubrimiento de estrategias actorales ligadas a una escuela neoyorquina, que incentiva procedimientos para el autodescubrimiento de una identidad personal como fórmula esencial en la interactividad con los otros actores.
Los ejercicios son casi siempre a dúo, donde la repetición de frases entre los actores es secundaria a las reacciones que ellos dejan salir de sí mismos, de una manera instintiva, elaborando matices ilimitados a cada situación dramática que Ditmyer creaba entre ellos. El cerebro pasa a segundo plano, porque allí hay demasiadas trabas e impedimentos, son los impulsos personales que salen de nuestros cojones los que deben dominar, recalca Ditmyer. Lo que se busca es la autenticidad en una situación imaginaria.
Es un trabajo duro que a veces parece una terapia grupal, decía un actor. Israel Maldonado, guionista y cantante del Trío Fulminante, añade: Es chévere lo que se siente y lo que se aprende, es una pena que el taller sea solo de una semana. La técnica Meisner se puede aplicar a muchos aspectos del trabajo escénico y por eso en el taller no habían solo actores. Yo estudié dirección en la universidad, pero Ditmyer nos muestra facetas del trabajo actoral que hay que conocer, dijo Galo Recalde.
El profesor habla poco español y el curso se dictó en inglés, por lo que Marlon Pantaleón, coordinador del TCA, hacía la traducción simultánea.
Pantaleón fue el gestor del taller, por haber sido estudiante del Neighborhood Playhouse hace unos años. Luisa Cuesta, presidenta de la Sociedad Femenina de Cultura, escuchó mis ideas y me apoyó para traer a Steven, dice.
Para este actor su experiencia en Nueva York es imborrable y tiene que revitalizarse continuamente. Lo vislumbro como un cambio necesario en la enseñanza del arte dramático para nuestros actores, que debe continuar y mantenerse vigente.
El profesor
Con sus joviales 45 años, Steven Ditmyer transmite alegremente la satisfacción de estar en Guayaquil por primera vez, al haber podido constatar una respuesta muy positiva del grupo que se inscribió en el taller. "Al ser una introducción a la técnica Meisner de solo pocos días, el proceso es todavía más complejo para los actores". Él recalca que este es el primer taller que dicta en América Latina y que el grupo guayaquileño es parecido a los que ha descubierto en otros países afuera de EE.UU. "Todos han tenido receptividad y apertura", dice.
Ditmyer se incorporó a las aulas del Neighborhood Playhouse en Nueva York ­allí llegó desde Nápoles, Florida, donde residía­ cuando tenía veinte años. "Estudiaba finanzas en la universidad, pero me apasionaba la música y es así que me conecté con grupos de teatro". Tuvo el apoyo de la actriz Zoe Caldwell, quien fue su madrina en el contacto para ingresar al Playhouse. "Y entonces tuve el privilegio de asistir al último año de clases de Sanford Meisner antes de que partiera a Los Ángeles".
Su formación actoral lo empujó a la dirección teatral y más tarde fue convocado por el cuerpo académico de la escuela para ser profesor de arte dramático, concentrándose en la técnica de Meisner. Para él esto fue un gran honor y se apasiona visiblemente al narrar el primer contacto con su maestro, cuando lo entrevistó para su clase. ¿Quieres ser un buen actor?, le preguntó. Su alborozada respuesta afirmativa fue instantánea.
Su trabajo es un reto diario: inculcar en los estudiantes una hipersensibilidad hacia todo lo que rodea sus vidas: otros seres, la naturaleza, la niñez, la juventud, la madurez, la vejez. Todo esto es parte de la semilla que nos permite actuar, dejando a un lado lo cerebral. Son finalmente nuestros impulsos más personales y auténticos que nos permiten llegar a la verdad de otros seres. Es la esencia del arte dramático.
Ditmyer vive en Nueva York junto a su esposa Tamara ­también actriz­ y sus dos hijos de 8 y 3 años. Trato de vivir en un perpetuo presente, a pesar de problemas y escollos que siempre existen. Somos lo que somos el día de hoy y no lo que fuimos. Para mi el Neighborhood Playhouse es el lugar donde descubrí quien soy.

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